lunes, 1 de julio de 2013

CAMINOS SEPARADOS

El pasado año, en el mes de septiembre, tras una breve charla de diez minutos nuestros caminos se separaron.

 No pensaba yo que tras varios años compartiendo nuestras pequeñas confidencias nuestra relación terminara así.

Me alegré, por supuesto, ¡ y mucho!, la noticia que me contó en esos minutos era buena para ella, pero cuando te alejas de alguien a quien aprecias te queda una sensación extraña porque al fin y al cabo yo perdía una amiga.

La llamamos Pili, años más tarde me dijo que su nombre era Rocío pero que la anterior dueña del negocio se llamaba así y todos en el barrio siguieron llamándola con este nombre.

Pili era la panadera del barrio, una mujer con los labios de color rojo, ojos azules y unos bucles teñidos de rubio, un tanto rellenita y con una sonrisa siempre en la boca que le daban aspecto de buena persona.

El suyo era un negocio de barrio que poco a poco fue a menos cuando pusieron unos metros más allá de su puerta una panadería de esas que te ofrecen muchos tipos diferentes de panes, porque en la de Pili solo había dos: barras y chapatas, los de toda la vida.

Pero ella siguió conservando su clientela fiel sobre todo porque daba su género a muchas familias a cambio de que poco a poco se lo pagaran, lo que se llama fiar vamos!

Cada día yo acudía a comprar mi barra de pan más o menos a la misma hora.
Sin embargo una tarde, cambié el horario y la vi allí sentada tejiendo una maravillosa chaquetita de bebé.
 Imaginaos lo que pasó, la charla diaria de diez minutos se extendió y me pasé una hora charlando de punto.

Yo sabía muchas cosas de ella pues esos diez minutos diarios dan para mucho: que si tuvo que trabajar mucho por la enfermedad de su marido, que si los estudios de su hija, que si sus nietos, que si le debían mucho algunos vecinos, que si otros le pagaban fielmente a primeros de mes... pero de punto nunca habíamos hablado.
Quedamos entonces que en septiembre yo bajaría algunas tardes, cuando el trabajo es menor para que me enseñara a hacer una chaquetita de las que ella tejía con tanto gusto y yo deseaba aprender.

Pero no va a ser posible porque Pili se ha jubilado y se ha ido a vivir un poco lejos del barrio con su hija y sus nietos a un precioso pueblo de la costa. De vez en cuando vuelve al barrio de visita, y en no más de cinco minutos, me demuestra todo su cariño. No la olvido y estoy contenta porque ella lo está.

No he desistido en mi empeño de hacer una chaquetita de bebé pues era una de mis asignaturas pendientes y he encontrado otra gran tejedora que me ha enseñado a hacerla.
¡ Estoy entusiasmada! pero he de reconocer que me costó un poco entender el patrón.
Se empieza por la parte de atrás y hasta que no llegué a la mitad no fui capaz de entenderlo, tejía sin sentir ni entender lo que hacía pero una vez le pillé el truco me hice la otra mitad en una tarde.



6 comentarios:

  1. y la foto de la chaquetita?? Yo también tengo pendiente aprender a hacer una chaquetita de bebé, algún día...

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  2. un pequeño olvido ahí la tienes.

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  3. Cuan lindo es darnos tiempo para conocer a las personas y sobre todo es muy gratificante cuando nos tienen la confianza de platicar un poco de sus vidas. Que Pili disfrute de su merecido descanso.

    Qué bueno que lograste hacer la chaquetita, ha quedado preciosa!

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  4. Qué bonita entrada con una excusa tan coqueta como ese chaquetín!

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  5. ¿Cómo puede ser que alguien que se llama de una manera se deje llamar por otra? Wtf???

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